La Puerta de la Casa Milá, de Gaudi
Gaudi, Antoni (1852-1926), Casa Milà, Paseo de Gracia, 92, Barcelona, 1906-1910, fachada chaflán y vista interior.
El pan de vida
La Casa Milà (1906/10), de Antoni Gaudi, tiene dos portales de hierro forjado y vidrio (aprox. 4 X 4 m.), uno abierto al chaflán del Paseo de Gracia, el otro a la Calle Provenza; son muy parecidos. Presentan la vieja levadura y la nueva pasta de pan ácimo, como son expresados en la liturgia del Domingo de Pascua.
Portales, de la Casa Milà; a la izquierda al Paseo de Gracia, a la derecha a la Calle Provenza.
Están encajados al fondo de una cavidad que hace la fachada, entre columnas, aproximadamente cuadrada, con los ángulos de arriba redondeados. Forman un plano vertical hecho por varias partes, con tres puertas de medida diferente, encajadas entre sí, definiendo claramente su estructura.
Vista interior del portal.
Hay una central, alta y ancha, para los coches, y dos a los lados, más bajas, para los peatones; la estructura de U invertida es común, con jambas rectas y dinteles redondeados. La parte que queda sobre estas tres puertas llega arriba, hasta llenar todo el vacío con el vitral. Las tres tienen una cinta, rizada en el portal del Paseo de Gracia, que destaca sus perfiles, y que se extiende desde las jambas hasta los ángulos de cerramiento de las puertas; los tornillos que la sujetan, están dispuestos rítmicamente, y sus extremos acaban con un corte en medio, dispuestos simétricamente; es una forma ordenada, armoniosa y simétrica, contrastando así con el resto de elementos.
Toda la extensión de los portales es de vidrios transparentes, dentro de unos marcos haciendo formas alveoladas, como burbujas, de aspecto flexible, encajados los unos con los otros, y cubriendo toda la superficie, sin simetría. Estos marcos son estrechos, como cordones de pasta maleable, mostrando en algunos lugares improntas, como de dedos, y haciendo en otros como unas hojas rizadas. A veces, hay espacios donde el contacto entre alveolos deja vacíos, rellenados por una hoja rizada.
Las fachadas de los dos edificios que Gaudi hizo en el Paseo de Gracia (la Casa Batlló, de 1904-1906, y esta Casa Milà) son dos retablos urbanos, a medio camino entre las artes aplicadas y la escultura, que proclaman el Misterio de la Resurrección de Cristo. Ya he presentado el sentido general de esta interpretación en Pascua del 2020, por el que ahora solo recuerdo que la fachada de La Pedrera expresa el sepulcro, y la azotea la muerte, resurrección y ascensión de Cristo.
Considero aquí los portales como la meditación de dos partes de la Misa del Domingo de Pascua (la colecta que se lee en todos los actos del día, y la primera lectura con el texto de 1C 5: 6b-8); se completa con la referencia a Juan, 6,27.
Gaudi leía El Año Litúrgico, de Dom Guéranguer (1805-1875), donde están comentados los mencionados textos, y era buen conocedor del Misal, según él mismo dijo; de estos libros posiblemente sacó la inspiración para componer los portales: Los elementos que Gaudi presenta son la vieja levadura y la pasta nueva ácima hecha hojas de pan.
Israel, cuando fue liberado del yugo del Faraón, siguiendo la orden de Dios (Ex 12,1-20), sacrificó un cordero e hizo y comió pan ácimo, la noche que salió de Egipto. Cada año, el pueblo de Israel conmemoraba aquel hecho liberador y repetía ritualmente la comida (seder). Así, la vieja levadura se tiraba y se amasaba pan nuevo, símbolo de renovación y pureza (matzá). En la Última Cena, Jesús, a partir de la Pascua judía, instituye la Eucaristía, la alianza nueva y eterna.
Miga de pan mostrando los alveolos y detalle del portal.
Pasta cruda fermentada, detalle del portal.
Los portales de la Casa Milà expresan la vieja levadura, configurada en los alveolos ocupados por el vidrio: están formados por las burbujas de aire que se producen durante la fermentación, haciendo subir la pasta. Ésta queda entre los intersticios de los alveolos, sin la levadura, con las improntas de los dedos de quien hace el pan, trabajada hasta formar hojas delgadas que, cocidas y tomando un aspecto un poco ondulado, hacen el pan ácimo. Los portales muestran, en la textura de los intersticios, en diferentes lugares, los sucesivos estados de la elaboración del pan: la pasta fresca y maleable, la pasta trabajada para hacer las hojas (Paseo de Gracia), y éstas una vez cocidas, como pequeñas crestas (Provenza).
Gaudi toma como punto de partida el texto siguiente de la primera lectura del Domingo de Pascua (1C5: 6b-8):
¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad.
La levadura manifiesta aquello malo y viejo, el pan ácimo nuevo el espíritu renovado.
Gaudi continúa su contemplación haciendo referencia a Juan, 6,27:
Pero no os tenéis que apresurar tanto por el alimento que se echa a perder, sino por el que dura y da vida eterna. Y el Hijo del hombre os dará este alimento, porque Dios, el Padre, lo ha marcado con su sello. El Evangelio presenta Cristo como quien dará el alimento de vida eterna, su Cuerpo presente en el Pan Eucarístico, ácimo; a la vez afirma que Dios lo ha marcado con su sello, es decir, lo ha acreditado, lo que también se hace patente en los portales: las estrechas bandas dispuestas con arte y simetría, contrastan con el desorden de la levadura y la pasta; son como guirnaldas en los marcos de las puertas, sus elementos más definidores, el sello con el que el Padre ha marcado este alimento. Así la eternidad, con el pan nuevo ácimo, se incorpora a la configuración de los portales. Las fajas son esenciales, destacando la forma de cada una de las puertas y toda la amplitud de la parte más alta de los portales; esto manifiesta la extensión de la bendición divina, coronando, con el texto evangélico y la propia Palabra de Cristo, el sentido del conjunto.
Bandas que destacan las puertas (Paseo de Gracia) fruncidas, con los alveolos.
Aún, la colecta del día de Pascua también se recuerda en los portales, diciendo: Oh Dios, hoy vuestro Unigénito, venciendo la muerte, nos ha abierto las puertas de la eternidad. Éstas son las puertas que, echando la vieja levadura y tomando el nuevo alimento del pan ácimo de nuestra Pascua, nos permiten entrar en la vida eterna, como dice el Evangelio.
Alveolos y hojas de pan ácimo en las puertas, y cocido.