Natividad Mística, de Botticelli

Botticelli, Sandro, Natividad Mística, 108.5 cm × 74.9 cm, tempera sobre tela, 1500-1501, National Gallery, Londres.

Hoy los ángeles cantan en la Tierra

En el claro de un bosque, con árboles al fondo, a la luz nítida y sin sombra de la mañana, está el establo del Nacimiento, bajo una roca agujereada. Tiene un tejado de paja rectangular, sostenida por delante por dos troncos bien rectos; aquí y allá crecen olivos. Se llega por un camino que sube haciendo zigzags.

En medio, está la Sagrada Familia: El Niño sobre un paño blanco; alarga el brazo derecho hacia su Madre y se pone la izquierda en la boca, pidiendo alimento. Es el Emmanuel, Dios con nosotros, pobre, desnudo, está en el suelo, y en el lugar de las bestias porque a sus padres no los han querido en el hostal.

La Madre está en el centro de la imagen, a la vez recogida rezando y activa, haciendo un movimiento de acercamiento, bajando su cuerpo hacia el Niño, para adorarlo; viste una túnica roja y un manto azul, para expresar con los colores la Encarnación (rojo) y que es Reina del Cielo (azul).  Madre e Hijo son los únicos que llevan aureola de santidad.

San José es un hombre viejo dormido. Esta actitud denota que él es el que da al Niño la pertenencia al linaje de David, haciendo de padre, pero no lo es propiamente, porque el Niño viene de Dios. Estas tres figuras son más grandes que las otras, para destacarlas.

Al fondo del establo está el toro echado y la mula derecha mirando atentamente el comedor (ver Is. 1:3), su cuello y cabeza señalan al Niño.

En la cubierta hay tres ángeles que cantan, vestidos de color blanco, rojo y verde: el del medio tiene en las manos el libro con la música, los demás llevan ramas tiernas de olivo. Ellos ilustran lo que dice Lucas, y que los ángeles cantan, Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra, Paz a los hombres que ama el Señor. Los colores de sus vestidos, que también llevan los otros ángeles, representan Fe (blanco), Esperanza (verde) y Caridad (rojo).

Las ramas de olivo, en la Florencia de la época, eran un símbolo de Misericordia y reconciliación, más que de Paz.

Por nuestra izquierda han llegado tres hombres suntuosamente vestidos, con coronas de olivo, conducidos por un ángel. A la derecha, otro ángel ha acompañado a dos pastores, pobremente vestidos. Ellos manifiestan a los israelitas, de diferentes condiciones, que han atendido el llamamiento de los ángeles, han recibido al Mesías y lo adoran.

En el primer plano hay tres ángeles más con ramas de olivo y unas cintas donde se puede leer: Paz a todos los hombres de buena voluntad; uno va vestido de verde, otro de blanco, y el tercero de rojo, que están abrazando y besando a tres humanos, coronados de olivo. Es un hecho nunca visto y ángeles como estos no aparecen en ninguna Natividad más, abrazando a los humanos: es el Cielo en la Tierra.

Todavía, a ras del suelo, hay cinco demonios, cuatro traspasados por lanzas, y otro que se hunde dentro de una brecha del terreno: el Nacimiento del Niño Jesús hace huir al Mal.

Arriba está el cielo abierto, haciendo un círculo dorado con doce ángeles, en un efecto propio de la pintura de una época anterior, por el uso del oro; su luz hace reflejos en la cubierta de paja del establo. Ellos llevan las ramas de olivo con cintas, unas con loas a la Virgen, otras con el Gloria a Dios en el Cielo; también coronas de oro que cuelgan cada una de tres hilos de oro.

En lo alto hay una inscripción en griego; dice que Alejandro, el pintor, hizo el cuadro al final del año 1500; también hay referencias al Apocalipsis.

La imagen tiene un carácter ingenuo y cercano, definido de una parte por las líneas rectas tan bien delimitadas, de la construcción del establo, o del camino que hace dientes de sierra. Por otro lado, al efecto contribuyen los ángeles tan cercanos a los humanos, llenando el espacio de calor y ternura; especialmente es muy expresiva el abrazo en primer término, donde el gesto de acercamiento de los cuerpos, hace como los tres arcos de un puente que une cielo y tierra. Expresa con simplicidad que el Emmanuel está aquí, Dios con nosotros. Resulta muy propio del estilo de Botticelli, pero diferente de sus obras más conocidas, de efectos muy refinados.

En esta Natividad resuena la antífona del Magníficat de las segundas vísperas de Navidad: Hoy ha nacido Jesucristo; hoy ha aparecido el Salvador; hoy los ángeles cantan en la tierra, y los arcángeles se alegran; hoy saltan de gozo los justos, diciendo 'Gloria a Dios en el Cielo'. Aleluya.

 

***

 

En la Florencia de Botticelli, muy pocos años antes de hacer el cuadro, gobernó un tiempo (1494-1498) Fra Girolamo Savonarola; fue una época convulsa, en la expectación del fin del mundo. El pintor quedó muy conmovido por la predicación del fraile, por los diferentes hechos que se produjeron y por su final violento, cuando fue derrocado. La Natividad Mística refleja su estado de ánimo.

Por un lado, rememora el sermón de Navidad de 1493, sobre el Salmo 85, haciendo referencia a las virtudes de Misericordia, Verdad, Justicia y Paz, consideradas también nombres de Cristo. Al mismo tiempo, retoma en la imagen pasajes precisos del sermón: Vivió el Divino Niño, y se puso en el suelo desnudo, ante la Santa Virgen...También señala la unión de Dios con la Humanidad, y el abrazo y beso de la Justicia y la Paz, presente en la pintura, donde los del primer término se unen.

El círculo de doce ángeles en la parte alta, con sus coronas y cintas con inscripciones, hace referencia a una devoción viva en la época, la de los doce privilegios de la Virgen: ella ocupa la parte central de la imagen, con el Niño, como Madre, Mujer del Apocalipsis y figura de la Iglesia.

El texto griego de la cartela hace referencia a los capítulos 11 y 12 del Apocalipsis, donde está la mujer vestida de Sol (manifestado por la parte dorada) que da luz a un hijo y lleva una corona en la cabeza con doce estrellas, aquí transformada en círculo de ángeles con doce coronas. Así, recordando este texto, el pintor hace referencia no sólo al primer nacimiento en Belén, sino a aquel otro anunciado (en el futuro) en el Apocalipsis, antes de la segunda venida de Cristo.

Botticelli puso sus palabras en griego, lengua poco conocida, para protegerse porque lo que dice podía ser motivo de persecución, considerado como favorable al derrocado Savonarola.

 

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