Epifanía, de Ferrer Bassa, Monasterio de Pedralbes
Ferrer Bassa, Epifanía, Celda de San Miguel, Monasterio de Pedralbes, Barcelona, fresco con retoques en seco al óleo y temple, aprox. 0,60 X 0,60 m., 1346.
Vendrán de todas partes, y le traerán regalos
La Celda era un espacio para la oración que tiene pintadas dos historias en diferentes cuadros: la Pasión de Cristo y los Siete Gozos de la Virgen, entre ellos la Epifanía, además de imágenes de santos y otros motivos; la coincidencia visual de argumentos religiosos diversos permite considerar diferentes misterios y también relacionarlos.
En la Epifanía está en primer término y a la derecha la Virgen, sentada bajo un cubierto, encajado en una roca muy grande, que enmarca esa parte. En lo alto luce la estrella. Hay un sitial con un gran respaldo triangular, que se combina con el tejado, sobre una tarima. Ella lleva un manto azul y presenta, con las dos manos y sentado en la falda, el Niño Jesús; sólo Ellos llevan aura, manifestando Su santidad; el hecho es después de la Natividad, con el pesebre y los animales.
Al fondo, a la izquierda, hay un llano con árboles, destacando sobre el azul del cielo y otra roca, insinuando profundidad; los Magos y su séquito vienen del lejano Oriente, por el paso entre las dos peñas: unos bajan de los caballos, detrás; los Magos ya lo han hecho, dejándolos a cargo de dos hombres; ellos tienen prisa para presentar su ofrenda (Vendrán todos desde Saba, llevando aromas e incienso, Is. 60,6) y someterse a él; expresan las diferentes edades: uno joven, rubio y tímido, todavía sin barba, el otro hombre hecho y decidido, y también un viejo de pelo blanco; no están San José ni los Ángeles.
El viejo, juntando las manos para rezar, es el primero en besar el pie del Niño Jesús, que lo bendice: ha puesto su corona en el suelo, que hoy casi no se ve, reconociendo que Éste es mayor que él. Los otros dos esperan el momento, mientras el mago de la barba le muestra el Niño al más joven; la actitud de éste se parece, en las manos llevando su ofrenda, a la de la Virgen, que tiene enfrente, presentando el Niño, equilibrándose así los diferentes elementos de esta parte.
La estructura del cuadro muestra la esencia de la lección: los Magos llegan de un país lejano, desde el fondo, siguiendo la Estrella, posada sobre el lugar del Niño, haciendo un recorrido sinuoso indicado por la comitiva, hasta el primer término; han sabido que ha llegado el Rey de Reyes, se ha manifestado a las Naciones, y le presentan su homenaje, que Él acepta (Los paganos caminan hacia tu luz, y los reyes, hacia tu claridad que apunta, Is. 60,1); este es el sentido de la Epifanía, que quiere decir poner de manifiesto.
Los Magos han descubierto el Niño Rey gracias a su conocimiento de las estrellas, que completan con el recurso a la Escritura, y que les dan los Maestros de la Ley, los principales de los Judíos, que no harán caso de Jesús (Mt. 2,2-6).
La imagen, graciosa y muy fácil de entender, muestra las actitudes mediante las diferentes acciones de los modelos: acogimiento del Niño Jesús, disponibilidad de la Virgen, búsqueda y sumisión de los Magos. Esta expresión realista de los sentimientos, lejos del formalismo románico anterior, contrasta con las formas simplificadas que toman humanos, animales y paisaje, propios de la pintura gótica italiana del tiempo, y anteriores al realismo naturalista, que aún tardará en llegar, ya en el XV.