La Resurrección de Cristo, clave de bóveda
La Resurrección de Cristo, clave de bóveda, piedra tallada y policromada, s. XIV, Basílica de los Santos Mártires Justo y Pastor, Barcelona.
Diversas formas de expresar el Misterio de la Resurrección
Esta piedra clave muestra la Resurrección, como muchas otras representaciones del Misterio, en una situación que no se lee en los Evangelios, manifestando éstos siempre al Resucitado actuante y nunca el hecho de su salida del sepulcro (Mt. 28,7; Mc. 16,6;Lc. 24,3; Jn.20,1). Pero los artistas han atendido el deseo de los fieles, expresando el momento en que Jesucristo queda libre del vínculo de la muerte (Hch. 2,27; Sl. 16,10), de forma visible, casi palpable, como si propiamente recuperara Su vida anterior, volviendo a una existencia como la nuestra, más acá del Misterio.
Aquí, Jesucristo, activo, mueve con la diestra y fácilmente (Sl. 118, 16) la losa que lo tapaba, que cae atrás; está vivo, levantándose, saliendo de la tumba, con un pie ya fuera; va envuelto aún en el sudario que, desprendiéndose como un despojo, quedará allí (Lc. 24,12; Jn. 20,6); ostenta las llagas, su aspecto es esplendoroso, como se ve en la aureola (Mt. 28,3; Lc. 24,4), y la bandera blanca, también reluciente, que hace ondear con la cruz encarnada, quedando casi tendida en toda su extensión, como movida por un ímpetu fuerte. La bandera acompaña a los reyes en la guerra y al Señor de los Ejércitos del Antiguo Testamento; la lleva ahora El que fue en su vida entre nosotros estandarte controvertido (Lc. 2,35) y ahora es el Señor Jesús resucitado (Lc. 24,3), que izará bandera a los gentiles (blanca, color de los vencedores del Apocalipsis, Ap. 7,13-14, con la cruz tinta de Su sangre), reunirá a los dispersos de Israel, y a los desperdigados de Judá agrupará de los cuatro puntos cardinales (Is. 11, 12).El sepulcro es aquí, y muy a menudo en el Arte Cristiano, como una caja rectangular, muy distinto de la cavidad tallada en la roca (Mt. 27,60; Mc. 15,46; Lc. 23,53; Jn. 19,41) que señalan los Evangelios.
Por debajo de Él está la guardia de los soldados que habían pedido a Pilatos grandes sacerdotes y fariseos (Mt. 27, 62-65), bien armados, con cascos, corazas y lanzas, con sus miembros como muertos y sobresaltados por el suceso de la Resurrección (Mt. 28, 2,4) que ha hecho inútil su fuerza y vigilancia. Sobre el fondo de cielo azul, a los lados, dos árboles establecen la profundidad y recuerdan que el sepulcro estaba en un huerto (Jn. 19,41).
Teniendo en cuenta que la piedra se ve desde lejos y abajo, la imagen ha de ser muy clara; así, la composición, bien adaptada al marco circular y con una guirnalda de hojas estilizadas que la destaca, es esquemática y bien contrapuesta, sintetizando toda la historia; hay dos líneas esenciales: el sepulcro y los soldados atontados y como muertos, pegados a éste, marcan la horizontal (muerte), y Cristo define la vertical (vida).
Las piedras de clave como ésta cierran y coronan las bóvedas, en lo más alto, manifestando el término de la obra constructiva, y aquí la culminación de la acción de Cristo en el mundo. Además se da la equivalencia entre Cristo y la piedra clave puesto que es la piedra que los constructores habían rechazado, y que ahora corona el edificio ( Mt. 21,42; Mc. 12,10; Lc. 20,17;cf. Hch. 4,11); es Dios (quien) sacará la piedra de remate entre exclamaciones: “Que bella, qué bella!” (Zac. 4,7).